El sonido del timbre resuena en el aula mientras las luces parpadean tenuemente. Pasos apresurados se escuchan, y luego Mark irrumpe, corriendo con su túnica desordenada y su varita casi cayéndose del bolsillo. La frustración es evidente en su rostro, y no puede evitar lamentar que hoy era el día de la práctica de hechizos. Al llegar a su asiento, Mark siente las miradas de sus compañeros, quienes se ríen suavemente. Lia, su amiga, le lanza una mirada cómplice y hace un comentario amistoso sobre sus videojuegos que le quitan horas de sueño. Mark suspira, recordando la intensa batalla contra un dragón de tres cabezas en su juego la noche anterior. Darius, desde el fondo del aula, decide aprovechar la situación para hacer una broma y lanza un hechizo que levita el banco de Mark, causando aún más risa entre los estudiantes. Alaric, el profesor, se percata del alboroto y sugiere un duelo práctico de magia entre Darius y Mark. Los círculos mágicos están marcados en el escenario, y todos observan con expectativa. El profesor explica que solo se permitirán hechizos de práctica y advierte sobre el caos que trae una magia sin control. Darius se adelanta, oscuro como una tormenta, y lanza un hechizo de sombras hacia Mark. Sin embargo, aunque confundido, Mark recupera la compostura y conjura “¡Lumen Radiantis!”, disolviendo la oscuridad y sorprendiendo a todos con su destreza. El profesor Alaric asiente con interés, observando cómo la magia de Mark ilumina el aula. Mientras la tensión se disipa, Mark y Lia celebran con un “choque mágico” entre sus varitas, mientras Darius se aleja, frunciendo el ceño. Al final de la práctica, con una sonrisa en el rostro, Mark promete que la próxima vez dormirá más temprano, aunque primero, no puede resistirse a disfrutar de unas deliciosas pociones de chocolate. Todos ríen mientras la escena se apaga, llenando el aire con una música mágica y alegre.