Hoy exploraremos cómo funcionan el ojo y otros órganos sensoriales. Estos órganos son fundamentales en nuestra vida diaria, ya que nos permiten percibir el mundo que nos rodea a través de diferentes estímulos. El ojo se desempeña como un órgano sensorial esencial, capaz de detectar la luz mediante la acción de los fotorreceptores. Este órgano se adapta a las condiciones del entorno; por ejemplo, la pupila se encoge ante la luz intensa, mientras que se agranda en ambientes oscuros. De esta manera, el ojo optimiza nuestra visión y nos ayuda a navegar en distintas condiciones de iluminación. La lengua, otro órgano sensorial, alberga papilas gustativas que responden a las sustancias químicas contenidas en los alimentos y bebidas. No obstante, si se presenta un mismo sabor de manera continua, las papilas se saturan, lo que resulta en una disminución temporal de la percepción del gusto. La piel, por su parte, está equipada con mecanorreceptores que pueden detectar textura, presión, temperatura y dolor. Con estímulos continuos, los nervios de la piel se adaptan, elevando su umbral y reduciendo la intensidad de la sensación experimentada. Finalmente, el oído capta las ondas sonoras a través del tímpano. Las células ciliadas de la cóclea son responsables de ajustar su sensibilidad según la intensidad del sonido, permitiendo que nos adaptemos a estímulos fuertes o persistentes, asegurando que disfrutemos del sonido sin ser abrumados.